lunes, 22 de septiembre de 2008

Alicia en el "país de las maravillas"


¿Beber o no beber de esa botella sobre la mesa? ¿Conocer lo que sucede o simplemente vivir en la incertidumbre? ¿Seguir a ese conejo blanco hacia un mundo surrealista o negarse y quedarse? De todas formas, aquel mundo no resultó ser tan alocado como pudo imaginarse. Aquel conejo presuroso, dependiente insufrible de su reloj de bolsillo, apremiaba las decisiones de la niña como un adulto lo hace en su vida cotidiana. Siempre corriendo, siempre estresado, siempre programado. Me recordó a la masa de capitalinos que corre por las calles para ingresar temprano al trabajo o para llegar pronto a casa al terminar el día. Todo funciona como un reloj bien engrasado, con cada una de sus partes perfectamente acopladas para un buen funcionamiento… la falla de una sola pieza puede generar caos en el sistemático movimiento siempre continuo. Ese margen de error no puede ni siquiera considerarse.

¿Cuál es la idea del mundo adulto de siempre avanzar y no detenerse un momento para recapitular sobre la vida y los cambios? ¿No vale la pena hacer un resumen de tanto novelismo dramático? ¿Es por eso que Alicia llora hasta el punto de nadar en sus propias lágrimas? ¿Hemos perdido a Alicia entre ese sufrimiento maduro en donde no hay soluciones sólo tragedias?
- Eso díselo a la oruga- me comenta ella y yo me sorprendo.
Cómo olvidar a esa oruga, difusa entre tanto humo de su pipa, regodeándose de filosofías sobre la vida y su anestesiada actitud de personaje drogadicto. Debe ser un homenaje a quienes huyen de este mundo con inhalaciones y exhalaciones sospechosas, mostrándose felices y a la vez insatisfechos. Bienaventurados sean los que olvidan, dicen por ahí… ¿Es mejor eso a recordar?... yo digo: Bienaventurados los de buena memoria, porque de ellos saldrán historias…

¿Qué hay del dios todopoderoso en este relato? ¿Del gato Cheshire y su habilidad envidiable de aparecer y desaparecer a voluntad? Alicia, difícilmente impresionable, dice al conocerlo: “pero sí sólo eres un gato”, después de un despliegue magistral de sonrisa entre la oscuridad y ojos ambarinos sobre ella… ¿Sólo un gato? ¿Se ha vuelto la juventud tan difícil de sorprender?... Alicia le pregunta: “¿Qué camino debo tomar?” ante esta interrogativa, Cheshire sólo contesta un obvio: “¿Adónde quieres ir?”… a la niña no le importan las direcciones, es aquí donde el libre albedrío que Dios nos otorga entra en juego y el gato lo pone en práctica: “Entonces, realmente no importa el camino que escojas” ¿Para qué quiere Alicia perseguir al conejo blanco? ¿Para qué perseguir una vida adulta que luego de obtenerla sólo queremos regresarla? El gato Cheshire la envía a preguntarle al Sombrerero Loco o a la Libre Marcera, no importa a quién, todos están locos… Tal vez, fue una manera de confundirla y hacerla desistir de su determinación… pudo haberla enviado directamente hacia el conejo, pero prefirió delegar la responsabilidad a estos dementes que pueden ser incluso mucho más coherentes y hacerla entrar en razón: déjalo y sigue siendo una niña.

La vida es un juego. Existen reglas y estatutos que muchos deseamos romper pero debemos lidiar con las consecuencias al hacerlo. Cada quien tiene su valor, cada quien es un naipe dentro de un juego de mesa y debe cumplir con su debida función. ¿Qué mejor escenario que los jardines de una Reina dictadora? Haz lo que todos hacen o te cortarán la cabeza, te anularán para siempre, te reprocharán por no vivir como los demás lo aprobarían… Alicia halla este juego de naipes y croquet un absurdo pasatiempo arbitrario, ¿es la vida bien definida con estos conceptos? ¿Son las reglas y nominaciones así de descabelladas? Preguntémosle a la oruga, quien de seguro debe ir por la quinta pipa de su opio o marihuana, buscando aligerar el peso de su condición desocupada.

Podría agradecerle a Alicia el que haya explorado mi mundo con los ojos infantiles que presumo tener, ojos inexpertos que me dan la indulgencia de poder criticar a mi antojo y decidir si bebo o no de la botella sobre la mesa, si lloro hasta ahogarme o sigo al conejo de mierda que corre sin detenerse. Después de todo, Alicia se pierde en el país de las maravillas que lentamente va tomando un matiz adulto, crecido… un país que a pesar de querer ser ficticio, es más real y ordinario que nunca, con caminos complejos que no llevan a nada, con personajes diferentes que irremediablemente conviven con uno día a día y con un dios llamado Cheshire, que como es obvio no aparece cuando se le necesita y se desvanece en mitad de las respuestas…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Wow, Andro.
Qué linda cosa. Esta entrada se ha convertido en uno de mis escritos favoritos, tal como ya lo es el personaje de Alicia. No sé cómo lo logras, pero a pesar de los caprichos del viento, tu flecha siempre logra dar en el centro. Nos seguimos leyendo.
Un beso.
MUD

Anónimo dijo...

Hello, Poca-pocahontas!
Me he leido todo el escrito. Puedo decir que no me distraje ni un solo momento con orgullo. Dedique cada segundo a comprender vertiginosamente el mundo caleidoscopico que creabas al referirte sobre el mundo fantasioso en el que vivimos.

Espero seguirte leyendo. El "señor"
PD.: Una cosquilla =D

Anónimo dijo...

Muy buen escrito y a pesar de que nunca lei la historia ni vi la pelicula, si interprete la semejanza y la moraleja en tus palabras, porque cuando escribes nos llegas al alma. Tu imaginacion es digna de admiracion. Gracias por compartirla con nosotros de esa manera tan sencilla y magistral.
Un beso!
Dasmy.

Unknown dijo...

Tal vez el conejo blanco además es una alegoría del tiempo, con todos los cambios que arrastra mientras corre presuroso y nosotros lo perseguimos con ese apremio que le imponemos a la vida como si fueran los últimos días.
Alicia está creciendo y quiere dar marcha atrás (yo también quisiera hacerlo a veces), pero invariablemente seguiremos avanzando, y más nos vale no ser como la oruga.
Me gustó mucho tu blog, creo tu búsqueda cosechó frutos y encontraste la fuente que buscas.

Saludos.
Borrero