domingo, 19 de octubre de 2008

El Torneo, el silencio y los puntos suspensivos...


- Oye… ¿Acaso no sabes que somos sangre? ¿Acaso no sabes que no tienes por qué estar tras una trinchera y lanzarme granadas con el objetivo fijo de acabar conmigo? ¿Tienes algo qué decirme?- No escuché respuestas más que sólo el eco del portazo de la habitación y mi corazón latiendo rápido. A veces el silencio no es más que un enemigo locuaz que habla hasta por los codos cuando en verdad- irónicamente- debería cerrar la boca. Ahora, detenida en medio de la sala, me siento mareada de tanta impotencia y malditos puntos suspensivos.

La equivocación, ¿Qué es la equivocación?
- Lo que nos hace humanos- me diría el protestante que ostenta conocimiento espiritual y platicas matutinas con Dios.
- La acción que nos entregará la dicha de enmendarnos- me diría una persona que sabe pedir perdón y goza con ello.

Dentro del contexto familiar, la equivocación no es más que una herida supurante que no recibe vendas ni alcohol. “No seas melodramática”, me dicen y suspiro. “Está bien, no lo seré”, respondo invadida de ganas de burlarme de mí. Maté a esa optimista que siempre arroja la broma como bandera blanca y la sonrisa como señuelo sin siquiera haberme dado cuenta.

Veo cómo la luz en la mirada de aquellas personas se va extinguiendo como vela cansada. Son ocasos molestos que, a diferencia de los que nacen y mueren en el horizonte con sus colores anaranjados y chispas titilantes sobre el mar y te logran inspirar, éstos sólo te hacen añorar el amanecer como nunca pensaste hacerlo. Trato de hablar, trato de decir mil cosas pero sólo salen barbaridades que desayunan, almuerzan y cenan conmigo, con nosotros.

- Estás equivocada.
- Me hace humana… ¿Puedo tener la dicha de enmendar?- contesto y pido, sin saber que la respuesta hacia mí siempre será un rotundo No.
Ese veneno que ha nacido por aquí me ha debilitado. Intento succionarlo con los labios sobre la mordedura pero sólo sangra, nada más, no puedo eliminar mi propia sangre… no tendría sentido, sin embargo, hay quienes lo hacen terminantemente dejando sólo la ponzoña escurriéndose por todos lados. ¿Dónde quedó aquello de lo cual estábamos orgullosos?

Aquel hombre, ese que caminó siempre delante de mí blandiendo su estandarte de noble caballero, corre en su caballo últimamente negro, apuntando su lanza al frente, buscando dar en el blanco y derribar al contrincante que- de manera graciosa- muchas veces resulto ser yo o alguien del mismo bando. El rey se volvió un peligroso guerrero y atleta del daño. Ojala el campeonato acabe antes de la última estocada.

¿Divago demasiado? Espero que no importe, porque para descubrir mensajes hay que dejarse llevar por la corriente aunque éste sea más bien un remolino. Como esa reina de facciones dulces, que no entiende por qué miro la pantalla con ceño fruncido. Lo sabría si entendiera, lo sabría si leyera, ¡lo sabría si me leyera del todo!... Se lo menciono, se lo enseño, ella asiente, luego ella duerme dejándolo en la mesita de noche y sin acabarlo.

La joven princesa brinca de un lado a otro descolocándome. Maldice y calla. Maldice y calla. Escribo sumergida en la idea de los puntos suspensivos, como lo hago ahora, y sigue dando portazos ratificando que mis letras son tan reales y verdaderas que llegan a respirar frente a mí. Río amargamente al saberme con algo de razón aunque me digan algunos que estoy equivocada. Me levanto de mi silla pidiendo a gritos que el silencio en el castillo desaparezca pero ella no hace más que ofrecerle tragos a mi cuenta, dando rienda suelta al bar en el cual no quiero beber. Comprendo que no puedo más que brindar, aceptar la avalancha que siempre se avecina y participar cobardemente del Torneo Medieval de Caballeros en que se ha convertido la familia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los escritos tristes siempre me dejan un mal sabor de boca. Mas aun si me siento identificada con ellos. Aunque mis personajes estarian en diferentes lugares, al final... es la misma historia.

Amiga! Cada letra, cada palabra... llega de forma especial, leerte y recibir cada sensacion que trasmites con tus escritos es glorioso, porque se siente muy dentro, porque llegas a la celula mas sensible del alma, a donde solo muy pocos logran llegar.

Leerte es una de las cosas que mas disfruto hacer en mi vida hace algun tiempo. No sabes cuanto me gustaria retribuirte tanto de lo que tu das.
Hay una estrella esperando por ti, solo tienes que empinarte y alcanzarla y vas a brillar. Y tu brillo sera especial.

Eres una gran escritora, una de las mejores que he tenido el placer de leer en toda mi vida.
Gracias por permitir que podamos leerte.

Un beso!
Nos vemos!

Dasmy

Anónimo dijo...

I was here...but...debes buscar un mejor lugar. Luego ojala hablemos.
El "señor"