lunes, 5 de noviembre de 2012

Ocaso de ti


Y cuando la conoció todo tomó otro color, otro sentido y dimensión. De esa mirada profunda, insondable, como dos ciénagas de vida extensa y dolores impensados, se quiso aferrar. No encontró en otra parte sonrisa más ancha, vasta cual ocaso que derrama su oro fundido en el agua y enciende la marea. Todo se vio aterrador, demasiada perfección para aguantarla, demasiada locura para la coherencia ajena. Trató de negarse, de negarla, cerrar los ojos y caminar en dirección opuesta huyendo de ella, pero el sol derretido hizo lo suyo y en cada rotación del mundo dibujaba su rostro en nubes quemadas. Nada qué hacer, todo qué perder y una vida por ganar.


Imagen de la artista Cecilia Flaten, "El sueño de Balder"