jueves, 11 de septiembre de 2008

Pérdida y extraña ganancia




"Caminando por las húmedas calles de Santiago, mis manos temblaban de frío e impotencia. Mi hombro, ahora aliviado del peso de mi bolso recién robado, no hacía más que recordarme que el dinero que llevaba en mis bolsillos no valía nada ante lo que realmente había perdido: palabras grabadas en ese cuaderno, asertivo y compañero, en el que volcaba mis ideologías sin temores… letras que resonaban en mi cabeza como música y entre ellas hurtaron también mi dignidad, mi fuerza, mis recuerdos… ¡Qué mierda de noche!"

...


"Al ver cómo protegía sus pertenencias con recelo, sospeché que allí estaría mi recompensa a esa jornada tan mediocre. Observé a mi víctima caminar con mayor rapidez y eso me tentó todavía más a alcanzarla. Así lo hice y detuve sus pasos en medio de la calzada. Al mirarme, me atravesó con sus ojos asustados para luego resistirse a mi atraco. Le arrebaté el bolso bruscamente. Cuando cumplí mi cometido estudié su rostro sabiendo de inmediato que me esperaba un tesoro… sin embargo, no tenía idea que era una riqueza diferente… en el interior, un cuaderno lleno de páginas escritas me llamó la atención. Haciendo a un lado mi ocupado horario de delincuente, leí unas líneas sentado en una plaza. Debo admitir que nunca había tomado en cuenta palabras como aquellas, donde me vi desnudo, me vi equivocado, me vi herido y maltratado… ¿Por qué tenía que haber leído eso? ¿Por qué tuve que dejarme influenciar de manera tan empalagosa por alguien que no conozco y que temo conocer? Cerré el cuaderno lamentando haberlo robado, por lo menos el dinero no me hace pensar en otra cosa más que sólo gastarlo… en verdad, lo prefiero así…"

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