jueves, 31 de mayo de 2012

Hay quienes escriben sin leer



Eso pensó la joven al ver la carta de abandono pegada en la cabecera de la cama. ¿Por qué tuvo que ser en ese lugar? ¿Por qué no la pegaste en la nevera para dejar de comer?, dijo ella. Ahora pensar en dormir sólo le recordaría las palabras odiosas de quien mata un corazón y le escupe el alma. La ausencia gritaba por cada rincón del departamento. Su ropa no estaba, sus mierdas de libros de filosofía ya no estorbaban en el piso como tampoco esa roñosa guitarra que nunca supo tocar. La carta seguía allí, pegada en la cabecera y ella la miraba como si fuera un perverso Atrapasueños. Se atrevió a tomarla entre sus manos, releer cada línea sintiendo que su energía era canjeada por sílaba pronunciada. ¡Hay quienes escriben sin leer!, exclamó de nuevo la joven, esa vez en voz alta y enfadada con sus ojos que no dejaban de lanzar agua. Quiso arrugar el trozo de papel pero no pudo hacerlo, fue como si se hubiera convertido en una lámina de aluminio y la arrojó en alguna parte de su piso alfombrado. Si él le había succionado la vida al marcharse, ella le succionaría sus putas razones con la aspiradora más tarde.

No hay comentarios: