miércoles, 16 de mayo de 2012

Escribir, vivir



La forma que tiene un escritor de llorar es vertiendo tinta sobre un montón de páginas en blanco. Los sucesos de la vida se transforman rápidamente en realidades paralelas en donde se deposita el alma y se deja más de uno en las líneas que de un personaje ficticio muchas veces forzado. Cada persona es un libro, cada mirada es un verso, cada acción puede magnificarse con una hipérbole y así permitir que la inspiración fluya y consuele. Todo escrito se impulsa con una emoción fuerte y debe acabarse de la misma manera. Tal como tiene que originarse en este mundo una vida, nacer por amor y morir siendo amado.

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