martes, 11 de enero de 2011

Contra los principios


En el mismo momento en que lo vi luchando contra nosotros a favor de sus convicciones, lo amé como una imbécil sin poder evitarlo. Lo vi imposibilitar el paso de los carros policiales, de la fila de camiones que construirían un nuevo vertedero a merced de su pueblo. La gente alrededor gritaba, las pancartas se agitaban por sobre sus cabezas y las banderas nacionales flameaban rabiosas en sus palos. El bullicio me tenía nerviosa. Me sentía una intrusa, una maldita hija de perra que sólo destruía lo que tocaba. Lo miré tímidamente a través de la visera de mi casco verde y me enamoré aún más de sus ojos castaños. En ellos se activaba el fuego de su alma y quise apoyarlo, sin embargo, las órdenes de nuestros superiores habían sido claras: prohibir que los fastidiosos ecologistas impidieran el paso de los recolectores al terreno reservado. Varios de mis compañeros se abalanzaron sobre él por ser el revoltoso líder de la algarabía. El activista se enfrentó a ellos y perdí los estribos. No quería que lo lastimaran, él sólo estaba defendiendo lo que le realmente importaba. Con el escudo que traía colgado de mi brazo, aparté bruscamente a uno de los uniformados para que no lo golpeara con su luma alzada. Mi compañero me miró, confundido. ¡No es necesaria la violencia!, le exclamé, furibunda. Tomé al joven de su brazo para alejarlo un par de pasos. Se zafó de mi mano al instante y me miró con el mayor de los desprecios. Será mejor que te vayas si no quieres que te arresten, le dije, sonando casi a suplica. Sus ojos intensos perforaron los míos y me ruboricé automáticamente. Me sentí una completa idiota. No me iré y no necesito de su ayuda, oficial. Si quieren arrestarme, que lo hagan, me espetó a la cara y se fue en contra de un carro policial a patadas. Lo tomaron detenido en menos de lo que canta un gallo. No pude hacer nada. Mi compañero, al que había reprendido, no le costó darse cuenta de la incierta y dolida expresión en mi rostro.

2 comentarios:

Macarena dijo...

Lindo texto. Tuve el poder de imaginarlo, y me despertó un sentimiento de preocupación, desesperación. No sé si sos de Argentina, pero acá, en una provincia llamada Cordoba hubo una revuelta, no ecologista como dijiste en el texto, pero también, violenta, y lo ubiqué en ese escenario, y me produjo una sensación impactante.
No suelo tener una reacción asi con todos los textos, no es el primero que leo de tu blog con el que me sucede algo, sé que mi opinion no vale mucho, tengo catorce años, pero me gustaria que sepas que escribes lindo, que es admirable, desde mi punto de vista.
Espero que tengas una linda semana.
Saludos !

AnDRóMeDa dijo...

Maca,
Tu opinión vale mucho, no la desvalorices sólo por tener 14 años, eso es lo de menos, gracias por visitarme, por leerme y por tocar tus emociones a través de las letras. Soy de Chile, mi niña, más precisamente de Santiago.
Te mando un enorme abrazo desde el otro lado de la cordillera ;)