domingo, 9 de mayo de 2010

Egoísta


Te vi y tú me viste. Volviste a correr lejos de mí y yo te seguí como una cazadora tratando de alcanzarte. Te encontré, estuviste a mi lado y al parecer perdiste la paciencia porque huiste de nuevo. Me sentí como Alicia persiguiendo al conejo. Delante de mis ojos te desvaneciste en la noche, entre las nubes, detrás de la luna exhausta si es posible. No lograba entender la razón. Tuve miedo de olvidar tu rostro entre los extraños y todos no eran más que manchas de un Test de Rorschach que no podía dilucidar. Estaba cansada, estaba arraigándome con uñas y dientes a la idea de tenerte siempre. Egoísta de mí que no piensa en ti. Egoísta de mí. Quizás necesitas escapar, quizás soy una de las tantas prisiones que te mantienen en cautiverio y arañas las paredes intentado liberarte. Quizás soy un grillete sujeto a tu tobillo exigiendo mierdas sin sentido. Dejo caer la aguja sobre el disco de vinilo y oigo una vieja canción fumando un cigarro. Su sonido rasgado reemplaza la odiosa expectación que flota a mi alrededor y así festejo el hecho de que no estás de nuevo. Una verdadera amante del drama novelesco. Escucho tu silencio, veo tu ausencia, siento el desprendimiento y no hago más que maldecir en voz alta porque… no pienso dejar de ser una egoísta miserable.

1 comentario:

Drama Queen dijo...

Creo a cuando se trata de amor, por mucho que nos empeñemos en decir que no somos egoístas, llega un punto en que la cordura nos hace ver que no hay nada que deseemos más que saber sólo nuestra a esa persona.

Me fascinó, Amy!