lunes, 12 de octubre de 2009

La Casa Nueva


Hoy estamos de fiesta
Tenemos nueva casa
Y hay que inaugurarla como Dios manda.
Hay de todo: asado, cazuela, champaña,
Vino blanco, del otro, mucha gente y la casa.
La casa nueva: nuestra casa,
Fruto de tantos años llenos de penas blancas.

Aquella estrofa pertenece a una canción popular del cantautor chileno, Tito Fernández. La oí hoy temprano en la mañana, de hecho, me despertó espantando mi letargo y sonreí al recordar las últimas horas vividas. El baúl en donde almaceno los momentos importantes, se abrió de par en par dejándome al descubierto casi toda mi vida como una línea cronológica. Sofocada de remembranzas, tuve que sentarme en la cama para poder organizarlas.

Gianinna, una de mis mejores amigas, adquirió su casa nueva junto a su esposo y su hermosa hija. Anoche fuimos a conocerla sabiendo que al cruzar la puerta todo habría de cambiar. Me sentí tan hinchada de orgullo que bien pude flotar por la escalera hacia las habitaciones. Se podía reconocer su toque indiscutido por los rincones decorados y la limpieza casi obsesiva de sus pisos blancos. Observé a mi alrededor y mi amiga estaba por todos lados; en cada cortina, planta y alfombra que vestía el lugar, era gratificante. Me detuve unos momentos para mirarla y la imagen de su cuerpo vestido con el uniforme escolar me persiguió toda la noche. Nuestra época de estudiantes pasaba ante mis ojos como una interminable cinta de ocho milímetros y quise detener el tiempo para apreciar el camino recorrido. Me hacía falta un poco de nostalgia.

Mientras bombardeábamos a los nuevos propietarios con preguntas, me dediqué a admirar a Gianinna con esa expresión inevitable de gratitud en mi cara, ¿por qué?... no hay mejor regalo que presenciar los sueños cumplidos de alguien que amas. Celebramos el acontecimiento chocando nuestros vasos llenos y me sentí en mi hogar. Busqué en mi grupo de amigos las facciones que les conocí cuando teníamos trece años de edad y allí estaban, pude distinguirlas, imperturbables y constantes. Parecíamos unos mocosos jugando a los profesionales, a los adultos con responsabilidades. Bebí de mi vaso nuevamente, agradeciendo en silencio estar bajo un techo que tanto esfuerzo había costado y en una amistad que por tanto tiempo hemos cuidado.

4 comentarios:

Ondina dijo...

Me estremecí con tu relato, así, literalmente, me dio escalofrío. Eres una mujer preciosa por dentro y por fuera, querida amiga. Ojalá algún día podamos compartir los triunfos mutuos, y brindar porque vale la pena arriesgarse.

Si la de la foto eres tú, además, debo decir que morí con eso. Te quiero, nunca lo olvides :)

AnDRóMeDa dijo...

Hola mi niña!
Gracias por tus hermosas palabras y claro, claro que compartimos juntas los triunfos obtenidos, a pesar de que esté tan lejos fisicamente de ti. Y otra cosa, en la foto es Gianinna, su esposo y su hija :)

DaNieL dijo...

Es genial disfrutar de los logros y sueños echos realidad de la gente que quieres.

Felicidades Giani.

Anónimo dijo...

Hermoso texto, hace mucho que no recordaba los maravillosos momentos y vivencias de los 13 años, y con el paso de los años las ilusiones que se forman... yo también quiero lo mismo... y en alguna discución que sea por el papel mural que se va a colocar y el tipo de pasto que vamos a poner...
Muy lindo tu hogar giani, gracias por abrir las puertas...
Felicidades Pequeña Isabel, Tienes unas Amigas Espectaculares....