viernes, 1 de mayo de 2009

Te encontraré


¿Te acuerdas cuando brincaste al escalón del vagón y te despediste de mí con un ademán triste y abatido? Supe que no volvería a verte y apreté mis párpados un segundo para retener esa imagen de ti en mi mente, tan bella e inocente. Luché, luché con todas mis fuerzas para alcanzarte, para que no te llevara ese tren oscuro, horripilante… transporte de lamentos y tormentos de una ciudad vapuleada. No pude hacer nada.

Qué duro fue desprenderme de tu abrazo. Al separarnos, noté que mis brazos me ardían al saber que no volverían a rodearte. Te ibas, te ibas hacia un destino que ni tú ni yo conocíamos entre tanta confusión y dolor. Nos dividían como una antigua estrategia bélica para vencernos, pero esta vez no éramos un ejército sino que sólo un pueblo marcado por la historia, por la fe y la convicción.

Intenté acompañarte en tu trayecto por el andén pero me fue imposible. Di un par de pasos siendo inmediatamente impedido por cañones fríos . Seguías mirándome por la ventanilla y reparé en tus lágrimas tan idénticas a las mías. Suspiré llenando mis pulmones de plomo líquido al hacerlo. No lograba soportar el peso de esa despedida forzada que contraía mi alma. Depositaste un beso en el vidrio y lo sentí vívidamente contra mis labios. Volví a llorar.
De pronto, la voz socarrona del soldado se escuchó por sobre el llanto de la gente que, al igual que nosotros, se despedía a gemidos. Aquella voz dio una orden y me estremecí ante la idea de tener que acatarla para siempre. Pudiste ver que me negué a formar la fila que nos imponían. Ya me conoces, soy muy testarudo. El soldado me miró con sus ojos vacíos, opacos, y de un ágil movimiento me dio un fuerte culatazo con su arma. Miré el brazalete que llevaba en su brazo con una insignia cruzada y lo escupí con mi saliva sanguinolenta. Arremetió de nuevo contra mí sin importarle mi obvia desventaja.

Era increíble el poder de la SS sobre las personas. Eran dioses. Podía ver en sus facciones cuadradas y sin emoción, la frialdad robótica de quien es cegado por un odio que ni siquiera recuerda cómo se engendró. Yo lo miraba compasivamente, lamentaba su ignorancia, lamentaba que sus venas, una vez portadoras de sangre caliente, no fueran más que alambres enredados dentro de un cuerpo rígido. Me incorporé para hacerle frente con el mentón alzado, volvió a ladrarme que me formara y me mantuve clavado en la tierra sin moverme. Afortunadamente, el tren que te raptó se había perdido en la curva de una colina y no viste los golpes. Sólo quedamos los hombres, de pie en esa estación atestada, perdida en el mapa. Nos revisaban las manos. No sabía para qué querían revisar mis manos. Son feas, callosas, ásperas… mis ojos son infinitamente más elocuentes.

Al vernos despojados de nuestros tesoros, lloramos en silencio con la mandíbula oprimida. Parecíamos un grupo de niños, temblorosos y vulnerables. Los soldados nos ignoraron, ya habían cumplido su cometido de destruir nuestro espíritu. Miré por sobre mi hombro y supe que todos los castigados guardábamos la misma voz de esperanza. Prometimos volver a encontrarlas. Yo volveré a encontrarte.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Dios mío!!
O.O
Me asombró por dos razones, que si bien no son tan grandes si me parecen imponentes. Primera y por sobretodo la más importante...

Me encantó!!
El sentimiento de perdida que atestiguan los andenes abandonados en los que alguna vez los nazis se movilizaron imponentes como altas y rígidas estatuas brincaba como si estuviera más vivo que yo entre cada palabra que leía.
En verdad muy hermoso Andro, magnífico.

Y segundo, me sorprendí por que yo también estoy escribiendo algo sobre la segunda Guerra Mundial, creo que de eso se trata el tuyo no?, si no es así perdona xD.

AnDRoMeDa dijo...

Claro que sí, Gaby... descifraste muy bien el escrito. Siempre me ha interesado ese conflicto, todo lo que implicó, todo su inicio, desarrollo y desenlace. Estás escribiendo una historia de la segunda guerra? Me gustaría leerlo! Cuando lo tengas me lo envías, ok?
Un beso y gracias x tus palabras!

Diego Jurado dijo...

Hla Andro.
Muy emotivo el texto. Te dja helado, roto, aunque hay ese punto de esperanza que te permite respirar y creer. Sinduda ese es el camino.
Extremo el momento elegido, desasogante.Y sin embargo produce escritos como el tuyo.
Un beso.
Diego

Ondina dijo...

No me resta decirte más...tienes tinta en las venas, y lo único que tienes que hacer es dejarla escurrir un pocquito como lo haces aquí. Me encantan tus letras, siempre me alegran, me mueven o me duelen como en este caso.

Espero verte hoy en MSN.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Ufff.... xD
Claro Andro, sería un honor. Sólo tengo el inicio por ahora, escribiré un poco más y te lo mando xD

AnDRoMeDa dijo...

Diego,
Gracias por leer este breve relato. Como te contaba cuando conversamos ayer, ese acontecimiento histórico siempre me ha llamado la atención, me ha sobrecogido y emocionado. Un pequeño homenaje a toda esa gente inocente.
Un beso, mi niño, cuídate!

Mud,
Me acordaste de un título que decía: "Con tinta en la sangre". Gracias por tus bellas palabras y espero seguir conmoviéndote con nuevas invenciones ;)
Un abrazo y cuidate mucho por tus tierras.