lunes, 25 de junio de 2012

Standing on opposite sides of a river



No queda más que maldecir un destino burlesco que juega con las vidas y las enreda en una telaraña misteriosa, desconcertante y arriesgada. Es como si cada punto tejido en ella tuviera un motivo desconocido. Se miran, se preguntan, se quieren y se odian, sabiendo que entre sus cuerpos existe una breve distancia que al mismo tiempo es un abismo insondable, un río ancho de peligrosa corriente. Las rocas emergen afiladas en una trampa mortal advirtiendo que quien se atreva a cruzarlo terminará herido, incluso arrastrado por las aguas que parecen formadas con lágrimas de espanto.

Los márgenes contrarios tienen la terrible facultad de acercarse para luego alejarse con cierta culpabilidad. Un sólo roce tiene el efecto invasivo de una descarga eléctrica y todo se confabula, la noche guarda silencio, el rocío humecta la hierba y los grillos liberan compases que sólo un violín de cuerdas de plata puede igualar. La misma luna se llena a cada momento para iluminar sus rostros, busca favorecer el reconocimiento de los detalles, de esas facciones que tal vez delinearon y amaron en vidas pasadas. En sus lenguas residen torres de babel que hablan diferente expresando lo mismo y sus miradas, por muy evasivas que sean, logran un disparo a quemarropa cada vez que se encuentran.

1 comentario:

Perseo dijo...

No hay palabras que describan lo que siento cuando leo esto...es como si volcaras tu corazón en un solo golpe de ira...y de amor a la vez...Nada mas contradictorio...Pero totalmente comprensible...