No queda más que maldecir un destino
burlesco que juega con las vidas y las enreda en una telaraña misteriosa,
desconcertante y arriesgada. Es como si cada punto tejido en ella tuviera un
motivo desconocido. Se miran, se preguntan, se quieren y se odian, sabiendo que
entre sus cuerpos existe una breve distancia que al mismo tiempo es un abismo
insondable, un río ancho de peligrosa corriente. Las rocas emergen afiladas en
una trampa mortal advirtiendo que quien se atreva a cruzarlo terminará herido,
incluso arrastrado por las aguas que parecen formadas con lágrimas de espanto.
Los
márgenes contrarios tienen la terrible facultad de acercarse para luego
alejarse con cierta culpabilidad. Un sólo roce tiene el efecto invasivo de una
descarga eléctrica y todo se confabula, la noche guarda silencio, el rocío
humecta la hierba y los grillos liberan compases que sólo un violín de cuerdas
de plata puede igualar. La misma luna se llena a cada momento para iluminar sus
rostros, busca favorecer el reconocimiento de los detalles, de esas facciones
que tal vez delinearon y amaron en vidas pasadas. En sus lenguas residen torres
de babel que hablan diferente expresando lo mismo y sus miradas, por muy evasivas que sean, logran un disparo a quemarropa cada vez que se encuentran.
1 comentario:
No hay palabras que describan lo que siento cuando leo esto...es como si volcaras tu corazón en un solo golpe de ira...y de amor a la vez...Nada mas contradictorio...Pero totalmente comprensible...
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