lunes, 18 de abril de 2011

Dar amor y recibir sexo


Él la miró y se dio cuenta que la extrañaba aun teniéndola entre sus brazos. Trato de estrecharla más a su cuerpo creyendo que se convertiría en humo en cualquier minuto. Le hizo el amor desesperadamente pero fue casi como masturbarse, ella no estaba allí, no lo miraba a los ojos, guardaba silencio como si hubiera olvidado el castellano y eso le abrió heridas en el pecho que le ardían cual quemaduras. Comprendió que sobre aquel colchón sólo uno estaba entregándolo todo completamente vulnerable, mientras que el otro viajaba lejos quizás pensando en un tercero. Él sintió celos, quiso gritarle su infidelidad a la cara pero no tenía más pruebas que la corazonada, la maldita percepción. Supo que los papeles se habían invertido y era él quien amaba esa noche y era ella quien sólo tenía sexo.

2 comentarios:

anita. dijo...

muy bueno

Igor dijo...

Todo un momento, en una cama entre miles, de una pareja. Un texto sabroso, frenético. Un gusto de historia.
Saludos.