Miro por la ventana las hojas
caer como una lluvia lenta, parsimoniosa y conciliadora. Siempre rindo culto al
otoño y no sé si lo sabrá, si se dará cuenta de que miro su cielo de plata con
los ojos más encendidos y la sonrisa más dibujada. El frío se vuelve compañero
y los recuerdos de tiempos pasados llegan en tropel compitiendo en cual llega
primero y escribo sobre ello. A veces me siento tan atosigada de momentos que
no puedo escupir nada coherente y sigo los pasos perdidos como un militar
desmotivado. Hoy comprendí que se me fueron meses entre los dedos,
desperdiciados, derrochados cual agua de grifo abierto. Mi tiempo corre
por las calles, corre formando un río triste que se cuela por los recovecos de
una ciudad que no le importa nada, sólo brindar lucro e injusticia en dosis de
insulina. A nadie le importa ver cómo se pierde el tiempo y el agua como
sinónimos.
Esta noche ron con coca cola para cenar.
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