La forma que tiene un escritor de llorar es
vertiendo tinta sobre un montón de páginas en blanco. Los sucesos de la vida se
transforman rápidamente en realidades paralelas en donde se deposita el alma y
se deja más de uno en las líneas que de un personaje ficticio muchas veces
forzado. Cada persona es un libro, cada mirada es un verso, cada acción puede
magnificarse con una hipérbole y así permitir que la inspiración fluya y
consuele. Todo escrito se impulsa con una emoción fuerte y debe acabarse de la
misma manera. Tal como tiene que originarse en este mundo una vida, nacer por
amor y morir siendo amado.
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