A pesar de haber corrido, de haberme resbalado y embarrado por completo, muchos de ellos se empaparon y otros volaron lejos sin poder atraparlos.
No lo aceptaba, había tomado la precaución de preservarlos como una fotógrafa del subconsciente pero el mismo clima se encargó de escupirme a la cara. Y aquí me veo hoy, con las manos frías, el rostro sucio y la incertidumbre golpeando mi cabeza disfrazada de precipitación.
Descolgaré los que aún quedan y sobre los que se perdieron, nada más revelar lo positivo de esos negativos.