El silencio a diferencia de las palabras, tiene la particularidad de dejarnos escuchar cómo rompemos el corazón de alguien al igual que un cristal. Me paré ante un espejo y me devolví las miles de miradas que alguna vez lancé, me fruncí el ceño bajo la misma severidad que apliqué sobre otros, me quedé callada recreando las oportunidades en que debí decir algo, algo alentador, algo honesto, y preferí callar. Entonces sucedió… escuché crujir mi propio corazón haciéndome sentir una mierda. Detesté esa imagen desdeñosa y soberbia frente a mí, un ser terrible al cual cualquiera le temería. Me sentí injustamente ofendida por ella queriendo apartar mi vista e ignorarla. ¿Quién te da el derecho a juzgarme?, dije en voz alta hacia mi reflejo. El pecho me seguía ardiendo, me quejé por ello y vi que mi boca al otro lado del espejo comenzó a sonreír con satisfacción. Seria, me banqué la reprobación y la burla, consciente de que era mi turno.
martes, 1 de marzo de 2011
Mi turno
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4 comentarios:
Muy lindo doña! Ud ya sabe lo q pienso. Lo más difícil es aprender a ser un poco menos duros con nosotros mismos,sin dejar de ser autocríticos, pero reconociendo nuestra humanidad falible. Y así nuestra mirada hacia los demás cambiará más fácilmente.
Un beso grandeee
Adivine quién soy?! XD
Por supuesto que sé que es mi querida argentina q tanto quiero.
Gracias por sus palabras y la certeza de que cuento con ud, un abrazo y me ha sorprendido su visita por esta calle de desvaríos.
Un besote!
Me encanta tooodo tu blog...:)
Escribes muy bien, te sigoo!^^
Hola Dream on (busqué tu nombre y no lo encontré)
Gracias por pasar por aquí y por tu comentario. Así q tocas la guitarra, veo que somos compañeras de la música, yo también toco.
Te mando un abrazo y pasaré a conocer tu blog.
Nos leemos ;)
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