viernes, 1 de octubre de 2010
Función nocturna
Y allí estaba ella… acompañando a la noche y no al contrario, deseando que esa paz transitoria no terminara nunca y que el sol apareciera pronto entre los edificios. Su maquillaje corrido se notaba a leguas, su rímel embarrado volvía sus ojos sibilinos y misteriosos, su boca estaba fuertemente enmarcada por un labial intenso, casi insolente, que brillaba a la luz amarilla de los faroles; realmente no le importaba ser una caricatura de sí misma, no le importaba disfrazar su rostro y su cuerpo para jugar a ser otra, así las caricias con tarifa las vivía la mujer inventada que se fundía con la nocturnidad y no ella, la que tenía un hijo y deudas impagas esperándola en casa. Miró su reloj barato de pulsera. Marcaban las doce. La función estaba por comenzar.
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2 comentarios:
Linda pintura de una rutina que a veces juzgamos cruel, sin comprenderla del todo.
Hernán,
Gracias por tus palabras y sí, la intención del escrito era precisamente ésa, como dicen: a veces la necesidad tiene cara d hereje.
Un beso para ti, cuídate!
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