Habrá
momentos en los que no seré tan perfecta como me describiste al nacer. Habrá momentos
en que te haré llorar, en que seré el ácido que carcome tus huesos y te
impulsará a envejecer más que los mismos años. Seré quien teja canas entre tus
cabellos castaños y cortará tu piel de arrugas absorbiendo tu juventud. Tu preocupación
vive colgada a mi cuello y yo abusaré de ello tirando de la cadena como un
perro ansioso. No olvido esas historias relatadas por ti cada noche, que a
pesar de estar agotada revivías a mi lado y sonreías con energía acariciándome
con las palabras. Tu aroma se impregnaba en mi ropa y sabía muy bien que podría
reconocerte en cualquier parte y a cualquier hora.
Habrá
momentos en que te decepcionaré, tanto que gritarás contra la almohada qué
mierda hiciste mal. Y yo te diré que nada. Nada has hecho mal. De hecho,
hiciste todo demasiado bien. En tu sabiduría ancestral me cobijaste en tu pecho
y dormí con mis errores bajo tu desvelo, con tu suavidad absoluta espantaste mis
insomnios y calmaste mis demonios. Habrá momentos en los que no me reconocerás,
pero te diré que en mis ojos todavía quedan restos de la niña que pariste y que
todavía desea correr a tus brazos y llorar por sus heridas, por la bicicleta
que no acompaña, por el perro del vecino que la asusta. Sigo siendo yo, la que
te dolió, te duele y te dolerá… sigo siendo yo, más grande, más torpe, más
imperfecta. Sigo siendo yo, tu pedazo, tu propiedad, tu hija.